Las peceras aunque delicadas (no resisten los golpes) las hay con distintas capacidades y algunas tienen formas algo más originales que la esfera típica, bordes más o menos labrados, e incluso montículos incorporados.
Hoy en día también las fabrican de plástico con forma redonda, de copa, o rectangulares. De esa manera, no corren riesgos si son cuidadas por los niños ya que son casi irrompibles.
Mantener en óptimas condiciones una pecera es:
Sacar a los peces de la pecera. Si no nos sentimos cómodos ante la situación de tener que cogerlos con la mano, emplearemos una red especial para ello (el salabre).
Vaciar el agua vieja, sucia y pobre del día anterior. Aclarar bien el interior con agua limpia, sin emplear nunca jabones ni otros productos químicos.
Rellenarla de nuevo, con agua corriente del grifo (procurando ponerla a temperatura ambiente, pues en invierno puede ser que salga demasiado fría y los peces noten demasiado cambio repentino).
Añadir un producto anti-cloro, ya que el agua del grifo no es idónea para el bienestar de los peces pues contiene un exceso de cloro y metales pesados. Hay productos muy económicos y sencillos de emplear.
Volver a introducir los peces.
Alimentarlos, dos veces al día, con 4-5 escamitas por pez, de su comida especial para peces de agua fría.
Debes dedicar varios minutos al día a la observación de los animales, fijándote tanto en su comportamiento general (su forma de nadar, de comer, de relacionarse entre ellos) como examinando meticulosamente su apariencia externa: aletas, escamas, color de la piel, aspecto de ojos y boca... Ya que muchas enfermedades de los peces ofrecen signos externos claramente visibles si se aprende a observarlos.
Debes dedicar varios minutos al día al disfrute de la calma y tranquilidad que se obtiene al quedarnos mirando a estos animales. Si los peces nos ven repetidas veces a su lado, nos perciben sin ningún problema para ellos, aprenden a reconocer a la persona que generalmente los alimenta y se atreven a comer de su mano.
Intenta mejorar su vida y planificar un cambio de hábitat a un acuario más grande. Aunque increíblemente hay muchos peces que se adaptan sin excesivo estrés a un espacio cerrado con tres litros de agua estancada (y prueba de ello es que no enferman ni mueren en años), no podemos quedarnos tranquilos y pensar que llevan una buena calidad de vida.
La mayoría de los peces de pecera que se comercializan descienden en origen de carpas de río. Pertenecientes a la familia de los ciprínidos, tienen un nombre científico común que es Carasius auratus. Fueron desarrollados fundamentalmente en China y Japón a base de cruces y distintas mutaciones. Se han conseguido animales muy diversos, con colores variados (rojo, blanco, cobrizo, chocolate, azules, marmóreos, negros, con colores uniformes o a manchas combinando cualquiera de los anteriores). La mayoría de las especies hoy existentes son compatibles entre sí y pueden mezclarse en un mismo territorio, aunque también es cierto que las más espectaculares y bellas son ejemplares más caros y delicados y no debemos recomendarlos para una pecera pequeña sino únicamente para acuarios bien montados.
Son ejemplares típicos de pecera, por económicos y resistentes los llamados cometas (el pez rojo que más vemos en peceras y estanques), los kois (cuando son pequeños) y los shubunkin: todos fusiformes, alargados, con la aleta caudal dividida en dos lóbulos, ágiles y rápidos (con la forma que un niño pintaría un pez en una pizarra). Las demás variedades, que detallaremos más ampliamente en el capítulo de peces de acuario (así como sus enfermedades típicas) son más llamativos: con abdómenes globosos, colas amplias abiertas en abanico y en algunos casos auténticas deformaciones de ciertas partes del cuerpo.
Fuente: Mascotas.com
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